"VUESTRA BIBLIA" DICE
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“VUESTRA BIBLIA” DICE…
A menudo, cuando hablamos acerca de Jesucristo con otras personas, a los cristianos nos suelen responder con este argumento recurrente: “eso lo dice vuestra Biblia”. Pero, ¿qué tanta verdad hay en esa expresión? ¿Acaso hay diferentes Biblias? ¿Acaso la Biblia protestante enseña algo diferente de la Biblia Católica, u otras ediciones?
Analicemos brevemente esta cuestión de tremenda importancia, y veamos cuál es la respuesta a este planteamiento.
En primer lugar, “Biblia” es una palabra de origen griego, que significa “libros”. La Biblia es un conjunto de libros, la Palabra de Dios, compuesta por los escritos de diferentes autores, que la escribieron durante un período de más de 1500 años.
En cuanto a los escritores, los había de diversos oficios y clases sociales. Y muchos de ellos ni siquiera se conocieron entre sí, pero éstos, guiados, o inspirados por Dios, plasmaron por escrito el mensaje divino. Por tanto, se puede decir que la Biblia es un conjunto de libros cuyo autor y director es Dios, y que fue legando a la humanidad a través del pueblo de Israel, guiando a cada profeta o escritor en su momento particular de la historia, para que transmitiese al pueblo y la posteridad el mensaje de parte del Cielo.
Por ello, ya que Dios guió y orquestó el proyecto, la Biblia es la Escritura de Dios, infalible, y de plena autoridad, y suficiente en sí misma para el conocimiento de Dios y la verdad espiritual que nos concierne, y que Dios nos ha querido revelar.
Pero estos libros fueron escritos hasta en 3 idiomas diferentes, en hebreo, arameo (algunos capítulos) y griego. Así que lo que hoy disponemos en cada idioma y conocemos como Biblias, son en realidad traducciones de los escritos originales, o las copias manuscritas que poseemos (decenas de miles, en el caso del Nuevo Testamento).
Ahora bien, la pregunta es : ¿cuántos son los libros de la Biblia?
En cuanto al número, aquí empieza el desacuerdo entre los diferentes grupos religiosos.
Por simplificar, podemos decir que la inmensa mayoría de grupos religiosos cristianos, están de acuerdo en el número de libros que componen el Nuevo Testamento, es decir, las Escrituras que comienzan con el nacimiento de Cristo y marcan la época de origen del cristianismo. En este caso, son 27 libros los que el Nuevo Testamento contiene, y esto es aceptado por las iglesias del espectro protestante, o la Iglesia Católica de Roma, la Ortodoxa, e incluso otros grupos, como mormones, y Testigos de Jehová (a pesar de la traducción deficiente de este último grupo).
El dilema ocurre con los libros del Antiguo Testamento. Si observamos los libros que el pueblo judío, el depositario y guardián de las Escrituras del Antiguo Testamento (las anteriores a Cristo) conserva en su Biblia (o Tanaj), éstos son un número de 24 libros, divididos entre la Torah (5 libros de la Ley), los Nevi’im (8 libros de los profetas) y los Ketuvim (11 libros de escritos sagrados, o hagiógrafos).
Probablemente, alguno, observando el ejemplar de la Biblia que posea en casa, se extrañe al observar que el número de libros del Antiguo Testamento no coincide con el número de libros en la Biblia Hebrea. Pero hay una sencilla razón: están agrupados de manera diferente. Por ejemplo, los libros de 1º y 2º de Samuel están unidos en un solo volumen, igual que los libros de Reyes. Y, además, los libros de los profetas menores (12 en total), están agrupados en un solo libro. También, Esdras y Nehemías son considerados en el judaísmo como un único libro. Pero, aparte de esta cuestión de orden, el contenido es el mismo.
Así que, si hojeamos una Biblia hebrea actual, podemos comprobar que contienen los mismos 39 libros del Antiguo Testamento, sólo que agrupados de manera diferente, y coinciden con el contenido del A.T. en muchas Biblias actuales, como la versión Reina Valera, o de las Américas.
Entonces, ¿dónde está la disputa?
La Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa reconocen también otros libros dentro del Antiguo Testamento. En el caso de la Iglesia Católica, se trata de 7 libros (Tobías, Judit, Baruc, Libro de la Sabiduría, 1º y 2º de Macabeos, y Eclesiástico, o Sirácida), más algunas interpolaciones pequeñas en libros como Esdras, Salmos, etc.
En el caso de la Iglesia Ortodoxa, ésta reconoce, además de los 7 anteriores, algunos libros más, como son 3º y 4º de Macabeos, 3º de Esdras, etc.
Estos libros, tanto los reconocidos por la Iglesia Católica, como los de la Ortodoxa, nunca formaron parte del canon hebreo, aunque tienen cierto valor histórico, cultural e incluso religioso. Por ello se han venido llamando deuterocanónicos (de un segundo orden, o canon), o también apócrifos (palabra griega que significa oculto).
Estos libros apócrifos tampoco aportan peso doctrinal, ni enseñanzas de importancia, salvo que reflejan la religiosidad popular y las costumbres, a veces, supersticiosas, de la época en que están ambientados, aparte de ciertos errores históricos. Por otro lado, parecen estar redactados en el período que se inscribe entre el profeta Malaquías, y el Nuevo Testamento (algunos, incluso después).
Por parte del pueblo judío, como sabemos, ellos no aceptan el Nuevo Testamento, ya que no están dispuestos a reconocer a Jesús como Mesías. Pero en cuanto a lo que ellos llaman su Biblia (el Tanaj), nuestro Antiguo Testamento, todos los judíos están de acuerdo en que el período de escritos sagrados concluye en el tiempo con Malaquías, algo que también Jesucristo deja entrever en sus palabras.
Por tanto, considerando con mucha humildad este asunto, que ha sido objeto de debate por muchos cristianos a lo largo de siglos, debemos entender que atribuirle a esos libros características sagradas, no sería justo, ya que no están en la línea del resto de Escrituras ni tampoco están legitimadas por Cristo y sus discípulos.
Pero, dicho esto, ¿qué debemos hacer? Leer las Escrituras.
No se trata de la Biblia de los evangélicos, o la Biblia católica. La Biblia es la Palabra de Dios. En ella está la Verdad. En ella se nos habla de Cristo, el Salvador del mundo, y cómo podemos recibir el perdón de nuestros pecados, y tantas otras enseñanzas cruciales.
Solo un inciso de importancia: el ejemplar de la Biblia que podamos tener en nuestras manos será de mejor o peor calidad en función principalmente del tipo de traducción. Cuanto más literal sea la traducción, más fidedigna y fiel será a los originales, y, por tanto, más confiable. Por ejemplo, la Traducción del Nuevo Mundo, de los Testigos de Jehová, es claramente una traducción tendenciosa, y bastante forzada, para hacerla coincidir con sus enseñanzas particulares. Por tanto, no es nada recomendable su lectura. Ni siquiera debería ser llamada Biblia.
Por lo demás, cualquier Biblia de traducción fidedigna es buena. El asunto es leerla. Por favor, no entremos en ese juego de “vuestra Biblia dice” tal o cual. En la Biblia católica, ortodoxa, o evangélica, se dice que Cristo murió por nuestros pecados, y que resucitó al tercer día, y que por el arrepentimiento y la fe en Cristo Jesús recibimos salvación, perdón de pecados y vida eterna.
En todas las Biblias se nos habla de un Dios todopoderoso, Padre Hijo y Espíritu Santo, y del nacimiento virginal de Jesucristo por medio de María. Igualmente, se nos cuenta la historia del pueblo de Israel, y la de personajes tan importantes como Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, David, Salomón, Ezequías, Pablo, Pedro, Juan, etc. Y en todas las Biblias se recogen las doctrinas esenciales de la fe cristiana.
La cuestión es si, sabiendo que Dios dirige su mensaje a la humanidad por medio de este glorioso Libro, estamos dispuestos o no a leerlo, y sumergirnos en sus enseñanzas, que son vitales para nuestras vidas.
Cristo mismo, en su reprensión a los fariseos, les dijo:
Juan 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; 40 y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
Por favor, para conocer a Jesucristo, lee las Escrituras, y no lo dejes pasar.
Para finalizar, quisiera compartir estas líneas de autor anónimo, dedicadas a la importancia de leer las Escrituras:
Este libro contiene la mente de Dios,
la condición del hombre,
el camino de la salvación,
la condenación de pecadores,
y la felicidad de los creyentes.
Sus doctrinas son santas,
sus preceptos son obligatorios,
sus historias son verdaderas,
sus decisiones inmutables.
Léelo, ¡oh, léelo! para alcanzar sabiduría,
créelo para ser salvo,
practícalo para ser santo.
Contiene luz para sostenerte
y consuelo para animarte,
es el mapa del viajero,
el báculo del peregrino,
la brújula del piloto,
la espada del soldado,
los fueros del cristiano.
Aquí se restaura el paraíso,
se abre el Cielo,
y las puertas del infierno se rebelan.
Cristo es su gran tema.
Nuestro bien es su designio,
y la gloria de Dios su fin.
Debe de ocupar la memoria,
gobernar el corazón,
dirigir los pasos.
Léelo despacio,
frecuentemente, y con oración.
Es una mina de riqueza,
un paraíso de gloria,
un río de placer.
Te es dado en la vida,
será abierto en el juicio.
Y recordado para siempre.
Involucra la más alta responsabilidad,
recompensará la más grande labor,
y condenará todo aquel que juega con su contenido sagrado.
El libro,
el único Libro,
el Libro de los libros,
el Libro de Dios,
la Biblia,
la revelación de Dios al hombre.