Esta es la conocida como Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Nos refleja la situación de amenaza de numerosas especies animales. Por ello, la mayoría de esas especies están protegidas por los gobiernos de muchos países.
Es curioso que hoy tengamos que considerar protegidas especies y hábitats que previamente hemos destruido, a veces, hasta casi la extinción, y, a veces, hay especies que ya han sido extinguidas por la acción del hombre.
Pero el hombre está tomando conciencia, está mejorando y cambiando, y ahora protege la naturaleza. Impone sanciones a la caza y pesca furtiva, los gobernantes emprenden acciones de protección, los medios de comunicación nos conciencian… y ahora somos todos más responsables, y protegemos el medio ambiente.
Abundan las imágenes en las redes sociales para adoptar mascotas abandonadas, o denunciando el maltrato animal, y nos cuentan hermosas historias de perritos y gatitos que ahora son felices con sus nuevos dueños que los adoran.
Mientras tanto, el año 2018, en la situación anterior a la pandemia…
Unas 50.000 personas murieron por tabaquismo y enfermedades relacionadas.
3539 personas se suicidaron.
713 personas murieron por de abuso de drogas y psicofármacos.
275 personas murieron víctimas de homicidios.
769 inmigrantes murieron intentando alcanzar nuestras costas.
95.917 abortos (no naturales) fueron practicados.
Y éstas son sólo cifras de España.
Son centenares de miles de muertes que podrían haberse evitado. Desde luego, el hombre puede proteger a seres como los animales, pero está fallando estrepitosamente en la protección de los de su misma especie.
Ante este fracaso, muchos echan balones fuera, acusando a Dios: ¿por qué Él no nos protege? ¿Por qué Dios no hace algo?
En la Biblia, Dios dice al Pueblo de Israel así:
“¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino? […] Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán; sabe, pues, y ve cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.” Jeremías 2: 17 ~ 19.
Como vemos, lo ocurrido con Israel es sólo una muestra de lo que ha llevado a cabo la humanidad al completo. Sí, todos somos pecadores, que hemos dado la espalda a Dios queriendo vivir a expensas de Él, y eludiendo su guía y protección. De hecho, las cifras que antes hemos visto no son más que un anticipo de todo el dolor y daño que provoca nuestra rebeldía ante Dios.
Porque la Biblia nos avisa de un castigo mucho mayor, la condenación eterna del infierno para todos aquellos pecadores que mueran sin arrepentirse ante Dios, porque la justicia de Dios exige el castigo por nuestros pecados.
Pero Dios nos ama, y no desea en manera alguna que el pecador se pierda. Para ello envió a Su Hijo Jesucristo a este mundo, quien murió en la cruz por nuestros pecados, es decir, pagando nuestras culpas, y resucitando de entre los muertos al tercer día. Las Escrituras nos aseguran que, si nos arrepentimos de nuestros pecados, creyendo de corazón en este Jesucristo como nuestro verdadero Salvador, nos protegerá eternamente, dándonos Salvación y vida eterna.
Jesucristo dijo en cierta ocasión: “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!” (Mateo 23: 37).
Y, aunque estas palabras fueron dirigidas originalmente a la ciudad de Jerusalén, bien podrían ser aplicadas a nosotros en la actualidad, una sociedad que reniega de la guía y protección de Dios. Tanto es así que Jesucristo mismo dice que Él quiso juntar a los hijos de Israel bajo sus alas, pero recuerda: “y no quisiste.”
Por ello, las consecuencias fatales que vemos en nuestros mundo, y por ello, las consecuencias eternas a las que nos enfrentamos. ¿Cómo podemos proteger y cuidar de esta creación si rechazamos la guía y protección del Creador?
¡Querido amigo!, ¿seguirás dando la espalda a tu Dios y Salvador?, ¿o querrás tú tener la divina protección bajo sus alas? ¿Querrás arrepentirte de tus pecados y aceptar a Cristo, tu Salvador? Por favor, hazlo lo antes posible.
“1 El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
2 Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;
Mi Dios, en quien confiaré. [...]
4 Con sus plumas te cubrirá,
Y debajo de sus alas estarás seguro;” (Salmo 91: 1 ~ 4).