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SIN AFECTO NATURAL

Esta expresión aparece en dos ocasiones en la Biblia, en medio de una larga enumeración de lo que es el pecado en sus muchas manifestaciones.

La expresión original griega es “ἄστοργος”, y está compuesta de dos elementos; por un lado, la palabra griega “στοργή”, que significa afecto, amor (no necesariamente de pareja, como el amor que podemos sentir hacia nuestros compañeros de trabajo, amigos o vecinos), y también el prefijo “ἄ”, que significa “sin, ausencia de algo, carente de…” Por ello los traductores la trasladaron al español como “sin afecto natural”, aunque, en un lenguaje más cercano, quizá diríamos “no querer a nadie”. Así define la Biblia la actitud de los hombres pecadores.

Por cierto, la imagen que puedes ver insertada en este artículo se trata de un anuncio real que apareció en México en 2012. Algún ser desalmado había puesto en subasta este hermoso bebé para lo que necesitasen, completo o por órganos, con un precio de inicio de 20.000 pesos, unos 1.500 €.

Lo peor de todo es que no es el primer caso ni el único. Conocemos casos que han ocurrido a lo largo de la historia y en la actualidad.

Pero no debemos sorprendernos. La multinacional IPPF (International Planned Parenthood Federation), también conocida como Planned Parenthood, admitió en 2018 algo por lo que llevaba años siendo investigada, y es el empleo de fetos procedentes de abortos de las clínicas abortistas en todo el mundo para el comercio de sus órganos.

Y, mientras tanto, esta multinacional, realiza sus labores “humanitarias” en defensa de la mujer y sus derechos, promoviendo en el mundo la “salud reproductiva”, cuando son los responsables de millones de muertes al año y del comercio posterior de sus órganos.

De verdad, lo que nos contaban películas futuristas o de ciencia ficción como Matrix, u otras del estilo, no son simples elucubraciones, sino fantasías basadas en la más cruda realidad, la maldad y la falta de afecto natural del ser humano.

Por ello, vemos con frecuencia el desprecio que muchas personas sienten hacia las personas mayores o los bebés, mientras se esfuerzan en mantener una equilibrada salud mental y un adecuado abrigo y protección para sus mascotas. Mientras miles de abuelos mueren solos o viven abandonados, y mientras muchos bebés son amputados hasta la muerte y depositados en un contenedor de residuos orgánicos, (salvando el torso, donde se encuentran los órganos vitales), nuestra sociedad va a la deriva en su delirio ecologista. ¡Qué inmensa hipocresía!

Sin afecto natural. Así se podría definir nuestra sociedad. Y es lógico. Cuando el ser humano da la espalda a su Dios, fuente de amor y verdad, no encuentra más que odio y frialdad. Y así nos va.

Y encima, culpamos a Dios. Él es el culpable supuestamente de nuestra maldad, de nuestras desigualdades sociales y nuestro odio.

El libro de Isaías (en la Biblia) nos dice en el capítulo 59:

“7 Sus pies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre inocente; sus pensamientos, pensamientos de iniquidad; destrucción y quebrantamiento hay en sus caminos. 8 No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos; sus veredas son torcidas; cualquiera que por ellas fuere, no conocerá paz. 9 Por esto se alejó de nosotros la justicia, y no nos alcanzó la rectitud; esperamos luz, y he aquí tinieblas; resplandores, y andamos en oscuridad.”

Podemos culpar a quien queramos, pero el odio y frialdad que vemos en el ser humano tienen como origen el haber despreciado a Dios y todo lo que Él nos ofrece. Todo ello, hasta el punto de cometer el acto de mayor frialdad y crueldad de la historia de la humanidad, el que viniera el Hijo de Dios a este mundo y el ser humano le despreciara hasta la muerte.

Pero, al mismo tiempo, Dios Padre permitió que así fuera, para que Su Hijo Jesucristo muriera en la cruz por nuestros pecados, esos pecados que nos llevarían a nosotros a nuestra propia y más que justa condenación eterna.

La Biblia dice que todos nosotros somos pecadores culpables ante Dios, y que los pecadores no arrepentidos recibirán su justa condenación en el infierno. Pero Dios nos ama, y quiere salvarnos, porque Él no es indiferente ante el destino tan horrible que espera a sus criaturas si siguen viviendo rechazando a Dios.

Por ello, demostró que de verdad sí se interesaba por nosotros, y nos amó, hasta el punto de entregar la vida de Su Amado Hijo Jesucristo, para que muriera en la cruz del monte Calvario hace unos 2000 años, para que tú y yo hoy podamos recibir el perdón de pecados y la vida eterna.

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.” (1ª Juan 4: 9).

Las Escrituras nos aseguran que, si nos arrepentimos de nuestro pecado y creemos en Jesucristo como nuestro glorioso Salvador, que pagó en nuestro lugar y resucitó para salvarnos, Dios nos perdona todos nuestros pecados, y nos da la vida eterna, y nos asegura que nos llevará a su eterno Hogar celestial.

Déjame que te diga: si esta maravillosa muestra del Amor y cuidado de Dios por nosotros, no despierta en ti un profundo agradecimiento y deseo de aceptar su Salvación y seguirle, de verdad, es que en ti no hay nada de ese afecto natural que hemos leído.

Por favor, no sigas endureciendo tu corazón y rechazando el Amor de Dios. Arrepiéntete de tus pecados y cree en Jesucristo de corazón, y recibe la Salvación que Él te ofrece.

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